sábado, 10 de noviembre de 2007

Vida en jaque



Una de las principales razones para crear este blog es poder colgar la mayor parte de mis rayada
s, también las antiguas. Así que voy a resucitar un texto que ya tiene tres años. Pretendo colgar escritos nuevos también, si es que me vuelven las ganas de escribir... pero tengo bastantes cosillas perdidas en el baúl de los recuerdos y soy bastante vaga así que, para todos esos textos de hace años que ya he colgado mil veces en otros blogs he inaugurado la sección de "Antigüedades" ^^.

Este en particular tiene casi tres añitos y sigue siendo yo en cada frase. Estaba basado en un relato de David Barreiro, publicado en la revista "Monográfico", pero está bastante cambiado.

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Vida en jaque

Rosa supo que había madurado una tarde de marzo, cuando se sorprendió esquivando los charcos olvidados por la lluvia en las aceras. Hasta entonces soñaba que no despertaba y que estornudaba canciones.

Desde aquel día, Rosa lleva los zapatos intercambiados y tiende sus ojeras al sol en la cortina de la ventana.
Mira por el retrovisor cómo se suceden días iguales mientras su cabeza martillea con la cefalea diaria, y cada lunes se despliega un toldo gris sobre su pecho.

Hace años que no visita la playa de su niñez y cuenta las estrellas con calculadora.

Anda a pasos largos, deprisa, escapando del monstruo que le sigue a todas partes. Malhumorada.

Rosa guarda en un cajón los panfletos zurdos, de izquierdas, de aquella época en la que tenía ideales, a la espera de que una posible y futura hija decida luchar la guerra que ella perdió.

Se odia en el espejo. Evita mirarse. Ensaya posturas en las que no se ven sus caderas. Las tiene memorizadas. Sabe caminar usando sólo esas posiciones y hablar sin decir nada. Sabe hacer siempre el mismo chiste y que cada vez suene diferente, aunque en el fondo de su corazón sepa que ya lo ha dicho antes.

Hace unos años que Rosa piensa que se ha enrocado en la vida y trata de recuperar el tiempo perdido cuando se reúne con su nuevo amor. La última vez quedaron para pasear y él le habló del crédito, de la luz, del dinero y de las mariposas. En ese momento Rosa debía estar estudiando. Se aman y al menos eso es algo. Mucho.

Rosa se viste el traje de gala para otear el horizonte porque sabe que cada vez tiene menos tiempo para hacerlo, y pierde aún mas tiempo de estudio en recopilar y escribir la poesía que le hace sentir que aún no ha muerto del todo. Siente que lo que dejó atrás ya pertenece a otro.

Desde hace varios años piensa que las fotografías son traicioneras porque siempre te demuestran que tu vida no merece ser retratada y aunque cree en el destino sabe que el suyo no le depara nada bueno.

Su idea de mejorar es conseguir una firma pulcra cuando renueva su DNI.

Cada mañana Rosa se despierta con un pinchazo en la espalda causado por las agujas del reloj y sabe que el día que está por llegar ha sido ya inventado.

Ya no llora. Y sabe que es buena persona. Al menos eso algo.


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