Vivimos en un mundo de cobardes.
De “culpables hasta que se demuestre lo contrario”.
De traidores.
De “aprovecho la coyuntura”. De víctimas y victimistas.
De verdugos.
Vivimos en un mundo que no ama. Áspero y frágil como sábanas viejas.
Hay veces que me parece que todo es gris,
que las sillas se clavan,
que sólo nos quieren aquellos que no tienen a nadie mejor.
Mi espalda se tuerce y me pesa el calendario.
La vista se nubla y vuelvo a enfermar.
Los primigenios despiertan.
Y es que estoy hasta los huevos.
De la gente que se ‘mola tanto’ que necesitan que los demás se lo recuerden todo el rato, no vaya a ser que se les olvide.
De los colegas péndulo (ahora estoy - ahora no estoy).
De los aprovechados.
De los que creen que el roce, en vez del cariño, da el derecho a hacer más daño, porque “Venga, que soy yo”.
De los que se van sin decir ni adiós. Y luego pasan meses llamando a tu puerta.
Brindo por los que están y no duelen. Por los que me quieren a pesar de mí misma. Por la nueva gente que está en mi vida y promete (quién sabe, pero prometen).
Brindo por mí, qué cojones, que ya son demasiadas ostias seguidas y me merezco un descanso, aunque sepa que en el fondo no soy tan buena como me gusta aparentar.
Hoy no me queda ni inspiración, ni dinero, ni fuerzas.
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De los colegas péndulo (ahora estoy - ahora no estoy).
De los aprovechados.
De los que creen que el roce, en vez del cariño, da el derecho a hacer más daño, porque “Venga, que soy yo”.
De los que se van sin decir ni adiós. Y luego pasan meses llamando a tu puerta.
Brindo por los que están y no duelen. Por los que me quieren a pesar de mí misma. Por la nueva gente que está en mi vida y promete (quién sabe, pero prometen).
Brindo por mí, qué cojones, que ya son demasiadas ostias seguidas y me merezco un descanso, aunque sepa que en el fondo no soy tan buena como me gusta aparentar.
Hoy no me queda ni inspiración, ni dinero, ni fuerzas.
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