domingo, 26 de octubre de 2008

Eco, eco, eco...

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Según me la contó el jefe, la historia es así. Un tipo. Creo que un indio...era una buena persona, pero creo que había tenido problemas. Quizás tuvo enfrentamientos con la ley alguna vez. Quizás había tenido una infancia difícil. O quizás se había juntado con la gente equivocada. O sólo sentía que no había alcanzado todo su potencial por el motivo que fuese. Y, al describir sus luchas internas, le dice al jefe: "Hay dos perros dentro de mí, uno de ellos es cruel y malvado, el otro perro es bueno".

"El malvado siempre está en lucha con el bueno."

Y cuando lo oí, le entendí perfectamente. Sabía que un perro era tus sueños y tus buenas intenciones. Con un propósito y un orden. Quizás represente tu respeto por los demás y tu respeto por ti mismo.

Respeto por lo que podrías ser si de verdad quisieras.

Y el otro perro no respeta nada. Es una bestia rabiosa...loca y salvaje. Culpa a los demás de su estado. Salta a la menor ocasión. Sólo le gusta regodearse en la ardiente oscuridad de su ira.

Alguien le hace a este tipo, al indio, una pregunta. Alguien le pregunta qué perro suele ganar. Y el tipo se queda callado y piensa un momento. No dice nada durante un buen rato.

Y tras reflexionar contesta:

"El perro que gana es aquel al que alimento más".

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