miércoles, 4 de junio de 2008

Just a phase.

Cuando tengo cosas que debo hacer siempre recuerdo las que me apetecen. Últimamente la musa está incompleta, me deja notas a las que me siento incapaz de dar forma del todo.

Hoy me he levantado y he recordado mis gafas rotas.
Sin ponerme las lentillas me he quedado en la cama,
mirando el mundo borroso de mi alrededor.

Creo que pasé varios minutos llamando a mi gata
y al final resultó que era una mochila negra tirada en el suelo.

Mi gata, que me muerde y luego me lame la mano.
Mi gata que le gustan los yogures y lamer chicles de menta.
Mi gata que es más persona que muchas personas.

Me ha recordado a Tesa. Tan pequeñita que se perdía en mi cama,
y a cada caricia le preguntaba si era verdad que ya tenía edad
para hacer esas cosas.
Tesa mordía y arañaba el alma, te traicionaba mientras te hacía el amor.

Estoy cada vez más harta de tener la cabeza desamueblada. De no escribir nada que me llene. Será que este año he leído demasiados libros. Tengo el alma tan llena de cosas de otros que ya no me queda nada mío. Y ya no soporto los miles de primeros párrafos que soy capaz de imaginar.

Puede ser que siempre he sido amiga de hombres.
Que me gusta ser cruel.
Que sé disfrutar del juego.

Puede ser que conozca mis limitaciones y capacidades.
O que mi ego a prueba de balas protege mi autoestima destrozada.

Puede que, hablando en plata, me guste ser un poco zorra.
Que me gusta hacer equilibrios en la línea que separa la inocencia y la promiscuidad.

Y sin embargo estoy contenta. Todo me trata bien. Hasta el futuro me apetece. Quizás sea que no sé escribir si no estoy triste. Falta de práctica supongo. Y me sobran las ideas.

Una de las cosas más intensas que recuerdo de mi estancia en ese pequeño paraíso son las flores. Miles de campos parecían competir en belleza proporcionándome los más brillantes púrpuras, azules y dorados. Supongo que quizás los años de sombras y oscuridad me habían hecho más sensible a estas visiones pero en verdad creo que la luminosidad de aquellas flores tenía algo mágico, y probablemente así fuera. Recuerdo perfectamente un inmenso prado de flores amarillas que se extendía en la parte trasera de la casa. Todas esas flores se abrían cada mañana soltando enormes cantidades de polen dorado al viento de forma que el campo entero parecía envuelto en una neblina luminosa.

Una noche, sumergida en otro de mis extraños sueños febriles, me encontré observando ese campo.

Sin embargo, como dice Incubus, it’s just a phase. Tiene que serlo. Y volveré con fuerzas renovadas, y con muchas cosas que escribir. Con muchos segundos párrafos.


Mientras tanto, no quiero volver a descuidar esto. Me ha costado decidirme a salir aquí afuera, y ahora hasta hay gente que se pasa por aquí y lee lo que escribo. Eso es responsabilidad. O al menos ahora quiero que lo sea.

Prometido.

4 comentarios:

Unknown dijo...

La falta de segundos párrafos es tan mala como su exceso...
Últimamente me acompañan demasiadas letras de demasiadas cartas de demasiados arranques que luego lamento.

El miedo a traspasar la frontera... los párpados no aguantan ya.
Mierda de vacío escrito repleto de letras y deseos.

Mkz dijo...

Hola ¿como estas?
me gusta tu blog , pasare a leerte mas a menudo.

Un saludazo

Cassandra Beltari dijo...

Todos tenemos cartas que nunca debieron ser enviadas^^U, aunque a saber qué persona seríamos ahora si nos hubiéramos dejado todo eso dentro :P.

¡Gracias por leer!

Meltar dijo...

El día que escribas algo que te llene, no tendrás nada más que escribir.

Es bueno tener un par de heridas. A veces, puedes meter el dedo en ellas, sentir como el dolor recorre tu cuerpo. Te dice que estás vivo.

Esa noche, un funcionario cuya gabardina tiene manchas de soledad recibe el mensaje de que alguien a quien ama ha muerto. Cansado de los días grises, sin sabor, atesora esa emoción en una caja de cristal. La paladea. Es deliciosa.