martes, 29 de septiembre de 2009

Uno.

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This means nothing to me
Cause you are nothing to me
And it means nothing to me
That you blew this away

Cause you could have been number one
If you only found the time
And you could have ruled the whole world
If you had the chance

You could have been number one
And you could have ruled the whole world
And we could have had so much fun
But you blew it away

You're still nothing to me
And this is nothing to me
And you don't know what you've done
But I'll give you a clue

You could have been number one
If you only had the chance
And you could have ruled the whole world
If you had the time

You could have been number one
And you could have ruled the whole world
And we could have had so much fun
But you blew it away

You could have been number one
And you could have ruled the whole world
And we could have had so much fun
But you blew it away
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lunes, 14 de septiembre de 2009

Caderas.

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_No es que fuera muy delgada,_me dijo_ bueno, por arriba sí, pero las caderas y los muslos los tenía anchitos, no sé, más o menos como tú.

Alfred de Musset dice que los amigos son los que nos dicen las cosas desagradables a la cara; los enemigos las dicen a nuestras espaldas y como no nos enteramos, nada ocurre.


Pero yo sólo puedo pensar en que no se me da bien tener amigas.

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sábado, 12 de septiembre de 2009

Mi musa se llama Kimberly Side.

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Hoy me levanté con un texto que escribí hace ya años en la cabeza. No sé si ahora sería capaz de retomarlo, y tampoco estoy muy segura de que merezca la pena. Apenas dos capítulos, y el segundo, (que creo que es el que me gusta más) está sin terminar...


“¡Espera!... te quiero” Ella se volvió. Había esperado todo el día a que se lo dijera, el último intento para que se quedara con él. Probablemente, ni siquiera era cierto. No era el momento de pararse a hablar, tenía que irse, “Un beso.”, le dijo, y siguió andando.

Estaba acostumbrada a hombres como Pablo, se apegaban demasiado, pero pronto tenían a otra en la cama. Además, ese día el aeropuerto estaba especialmente lleno y no le apetecía perder mucho tiempo en despedirse, quería llegar al avión cuanto antes y encontrar un asiento.

Allí podría pensar en los últimos días y analizar la discusión que había tenido con Hugo antes de irse. No le había gustado hablar con él, había abierto antiguas heridas. Además, se equivocaba si creía que estaba huyendo, “Cuando te cansas de un hombre te vas de la ciudad, no eres capaz de mirarle a la cara y decirle que se ha acabado”…le había fastidiado tanto... no tenía derecho a reírse de ella. “¿No?, pues lo hice contigo” le soltó.

No debió haberle dicho eso. Él ya estaba acostumbrado a esas salidas, como para no estarlo, pero siempre le dolían. Pero es que a veces no se daba cuenta de cuánto le desesperaba. Y luego él se había marchado.

Se merecía que estuviera enfadado con ella, no podía seguir usando su ruptura como arma cuando él opinaba sobre sus nuevas relaciones. Al fin y al cabo ahora era su amigo y tenía derecho a aconsejarla, y además, los dos sabían que lo que había dicho no era del todo cierto, ella le había dejado, sí, pero porque sabía que sino lo habría hecho él.

Se estaba enamorando de otra y ella lo notaba. Decidió no esperar a que él cortara. El tiempo le dio la razón, ahora Hugo estaba casado con Ella. Nunca hablaron de aquello, claro, y Hugo lo negaría de haber salido el tema, pero era algo que los dos tenían presente y que hacía de sus últimos encuentros momentos un poco tensos. Siempre salía el tema.

Ese era el problema, que siempre salía el jodido tema, eran los dos tan viscerales, tan duros… a veces Paula pensaba que lo suyo nunca hubiera funcionado, aunque Ella no hubiera llegado. Pensó en Pablo, y en todos los demás… ¿les había hecho daño? Suponía que no demasiado, un par de días quizás, cuando empezaba una nueva relación siempre avisaba, decía Adiós antes que Hola. Nunca mentía ni decía “te quiero”. Eran relaciones intensas, ricas en sexo y vacías de amor, sin muchas preocupaciones, sabía cuando se iría y lo decía sin problema, y cuando llegaba la fecha hacía la maleta sin pensarlo mucho. Como ella decía a veces “Lo bueno de ser escritora es que tu casa está donde esté tu portátil.”

Se propuso no volver a Madrid en un tiempo, esperaría a que Hugo se olvidara un poco de su última conversación y se presentaría en unos meses en su casa con un licor caro, harían las paces. Ojalá que Ella no estuviera.

No la odiaba, sería absurdo hacerlo. No era una mujer desagradable e incluso podría haber sido amiga suya de haberse conocido en otras circunstancias, pero siempre le incomodaba estar con los dos. Más que su presencia lo que no le gustaba a Paula era la forma de actuar de Hugo cuando Ella estaba allí. Paula siempre sería la segunda persona más importante para Hugo y ella lo sabía, por eso cuando estaban los tres juntos sentía que Hugo tenía otra prioridad, no tenía toda su atención, y eso la desconcertaba.

* * *


Cuando lo dejaron, Hugo pensó que no volvería a verla, sabía que era muy altiva, muy orgullosa, casi tanto como él, y creyó que no sería capaz de verle con Rebecka. Además, no le había gustado que fuera ella quien lo dejara, dejó que todo el mundo pensara que le había rechazado y él se sintió humillado. Por eso se sorprendió cuando la vio aparecer por el bar sólo dos semanas después, subida en sus tacones y con un vestido nuevo, negro y muy corto, sonriendo a todo el mundo y bebiendo whisky. Él había quedado con Rebecka y no supo muy bien cómo debía actuar, al fin y al cabo habían sido novios y, aunque nunca le había sido infiel, no le gustaba sentirse “descubierto”. Para colmo esa noche Paula no durmió sola. No es que estuviera celoso, claro, pero no le gustaba la idea de que le olvidaran tan pronto.

Por esa época su relación se redujo a compartir mesa en el pub. Tenían amigos comunes y ninguno estaba dispuesto a dejar de verlos. Hablaban poco entre ellos e incluso se sentaban separados pero muchas veces se sorprendían riéndose de los chistes del otro.

Había sido entonces cuando empezó a salir en serio con Rebecka. Se había enamorado de ella casi sin querer. Era simpática, guapa, divertida…y mucho más compresiva de lo que Paula había sido jamás. La adoraba, la quería como no había querido nunca a nadie. A ver, él y Paula siempre habían sido los mejores amigos y hubiera mentido si dijera que no la echaba de menos, pero en el fondo siempre pensó que lo suyo había sido un error, un enorme error que los había separado y que aún ahora los hacía discutir.

Rebecka era diferente, era otro tipo de amor. La noche en que la conoció hablaron durante horas, lo recordaba tan bien, era…comprensiva. Joder, si hasta fue ella la que le animó a llamar de nuevo a Paula para tomar unas cervezas. Pero Paula era tan condenadamente testaruda. ¿Por qué extraña razón tenía que pincharle siempre? Siempre a la defensiva, siempre buscando dobles sentidos a cada frase. Era demasiado retorcida.

Cuando pensaba en ella, se la imaginaba con los ojos muy abiertos, mirando paranoica a la gente de alrededor. Cambiaba tanto cuando se relajaba un poco. “Ey, tranquila, nadie te está apuntando” le decía a veces. Pero ni siquiera esa frase le hacía siempre gracia. Si no supiera que en el fondo era una buena persona ya le habría mandado a paseo hacía mucho tiempo. Rebecka era distinta. Entendía que quisiera quedar con Paula de vez en cuando. Le parecía bien. Pero Hugo sabía que en el fondo esperaba que quedaran los tres alguna vez.

El asunto no funcionaba. Tenía cientos de temas de los que hablar con Paula, y aún más de los que hablar con su mujer, pero parecía que ninguno de esos temas valía cuando estaban los tres juntos. Siempre se hacía un silencio incómodo. Paula se ponía tensa y contestaba con monosílabos a cada uno de los intentos de Rebecka de entablar una conversación normal. Y el se quedaba callado, medio bobo, pensando todo el rato sobre un tema sobre el que poder hablar.

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Y hasta aquí. La última frase que encontré escrita en el archivo no era la que leéis, era sólo un sujeto, el comienzo de una frase tras un punto y aparte, "Kimberly Side". Un nuevo personaje, supongo, aunque no tengo ni idea de quién pretendía que fuera.

Y ahora no sé si seré capaz nunca de descubrir quién es Kimberly.
Se aceptan ideas.

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